Lo importante, es que ella sea feliz,
no importa nada más:
No importa cuántas almas se quemen
en el averno del interior de mi pecho,
ni que mis noches se sosieguen
porque no fui yo quien la hizo sonreír.
Que su luz no termine
de extinguirse,
a pesar de zambullirme en fango,
en gestos falsos y gritos en silencio.
Lo importante, es que ella sea feliz.