Arrepentimiento

—Arrepentimiento—

A duras penas puedo recordar
momentos que hagan retorcerme,
de pena, dolor. De arrepentimiento.

A duras penas, recuerdo,
momentos efímeros
que hacen rechinar
mis dientes. Sólo de odiarme,
a mí mismo, en ese momento.

Recuerdo la niñez, y el no contestar
las preguntas, por miedo a decir la verdad.
Llega a mí el inicio de mi adolescencia,
recuerdo Puerto Vallarta.
Recuerdo mi negatividad. Esa idiotez.

Quiero, recordar, ahora, momentos
de gloria. No de idiotez.

La oscura

—La Oscura—

Mi musa, a quien admiro y alabo,
que en el cielo es blanca
y en la tierra es negra, con aura dorada.

Es mi razón, que me alegra sin existir.

Es ella, la oscura, que me ve caer
y volver de pie. La única que escucha
mis gritos, y merece oírlos.
La auténtica. Muda musa.

De túnica simple,
corona elaborada y en cuclillas.
Ella es un tlatoani, yo: un macehual.

Ella pertenece al cielo.
Yo… al Mictlan.

Sueño azul y verde

—Sueño Azul y Verde—

Son veces,
muy frecuentes, pero contadas,
que sueño con un sueño,
uno prolongado por las sábanas
y mis cabellos en la almohada.

Los mundos de mis adentros
se inundan,
entre verde, azul,
rosado y amarillento,
entre un ocaso,
y el fondo del océano.

Si sueño en verde,
duermo en plumas,
y, adentro, vivo enamorado
de una perspicacia, más
no de la muchacha,
y sólo puedo llegar
a mi deseo por su sonrisa.

Maldito, despierto yo,
pues me enamoro,
también,
de sus ojos, que
difuminados en su faz
quedarán,
al momento de abrir
los míos.