jueves, 20 de noviembre de 2014

Rapsodia – II: La Polis

II: La Polis

Y por mi otro lado,
la espesa Polis se refugia
en el claroscuro e incierto
índigo del día acabado,

y mientras más ese índigo se entinta
de fría incertidumbre y calles sombrías;
mientras más la pupila se dilata en éste
arrebato de luz y cordura, en los cielos elegantes

la Polis ordena encender su Luna incandescente,
ecológica de sesenta watts, de luz fría y,
mira, que además ahorra energía,
que no combate del todo la gélida situación,

ni asegura la integridad de tu propia lucidez,
o de cualquier bien tuyo, pero sí mantiene a la
subversividad estancada, metida en el último
recoveco pa' buscar de ésta pequeña ciudad.

Y deja sedientos de sangre a los incongruentes
y famélicos por reinventar a mis ideales,
perdidos entre las masas de tibios del horizonte,
conformes con sólo vivir un solo y alumbrado día

en todas sus vidas, sea real o de ornamento
la estrella y la lucidez, que como aura
los guarde en el Valle o dentro de sí...
mientras los siga alumbrando, ellos no aullarán por verdad.

miércoles, 5 de noviembre de 2014

Rapsodia – I: Los Perros

—Rapsodia—

I: Los perros

Está a punto de oscurecer
y el viento vaticina en mis ojos
una noche de ideales, sequía,
y discursos para funerales,

y está vez, bajo una luz de sesenta watts, la Luna
se vislumbra más y mejor
que el Otoño anterior.

Las nubes oblongas, que en el cielo
apuntan a donde se hallan mis ideales
de pesar, hacia el mero y sangrado
horizonte, entre la mera convergencia

del índigo tácito albor de la noche
y la cálida carmesí despedida de las luces,
éste crepúsculo acuñado entre cerros y montes,
límites que barrican la Polis, se hallan,

al revés de mí, los perros ladrando
con bravura y desasosiego;estoicamente
maldiciendo en su rupestre lengua
a los finos colores, luces y calores,

que cobijan y sosiegan a la Polis,
y de su lado el frío les carcome
los cuerpos, hebra por hebra,
y la pedregoza oscuridad ciegos los deja.

Atemorizados por sus sombras,
que ahora fuera del suelo están
y entre sí y estás se rosan,
ellos siguen aullando por calor.