lunes, 27 de julio de 2015

Luz verde



—Luz Verde—

Oigo a mi espíritu, por fin, decirme algo.
Escucho sus carcajadas.
Me doy cuenta que se ha vuelto loco,
entiendo por qué estoy loco.

Siempre, desde dentro, lo he estado.
Lúcido pero exánime. ¡Soy un poeta invertido!

Ahora, me equivoco: No soy poeta, no soy.
Me niego a serlo, me niego.
En lo absoluto quiero ser algo, más que
una estupefaciente y densa luz verde, estimulando
los cinco sentidos del cuerpo, y los siete puntos de tu alma.

En lo absoluto.

domingo, 26 de julio de 2015

Reflejo



—Reflejo—

Me parezco a ti,
espejo.
Encuentro una similitud
aterrorizante entre los dos:
Ambos somos una copia del otro.

Tú, me necesitas.
Yo, no deseo verte.

miércoles, 8 de julio de 2015

Rapsodia — III: Reverberación

—Reverberación (Rapsodia: III)—

Anoche lancé un grito, uno rabioso, y todavía sigo oyéndolo, darse de tropezones entre cada una de las seis paredes de la habitación que lo aprisiona; aún siento el raspar de sus consonantes justo detrás de mí, aquellos diptongos desgarrados y atonales que terminaban por resquebrajar y hacer surcos al ambiente, en lugar de lograr romper las gruesas ventanas y poder escapar entre el aullido de los perros asustados por la noches y el compulsivo canto de las aves con ansiosas y con insomnio. Aquel grito que engendré con pasional rabia y desconcierto, y que ahora persiste como grito a lo largo y ancho de mi cuarto, es inconsciente del peligro que representa su escape al espacio abierto, sin dónde poder reverberar y finalizándose su vida a la disolución de su energía entre las partículas del aire tan voraz, en tan sólo una milésima de segundo, a unos cuantos cientos de metros por segundo, sólo pudiendo alcanzar hasta una media cuadra abajo, y haciendo volar a los pocos pájaros paranoicos de los cales, y alertando de peligro a los perros aterrados por la noche, por sus propios ladridos y mordidas, y ahora, también, por aquel indomable grito, ardiente de pasión y certidumbre, contenido por mí y todos aquellos que jamás se atrevieron a aullar, desde el fondo de nuestra pobre inocencia, por vicio o calor, pasión o verdad, amor o trascendencia…