viernes, 16 de junio de 2017

Malum

Entonces, al llegar a casa, el Duque de los Infiernos me observaba en la esquina frente a mis espaldas, y en un alarido de auxilio volviose en un famélico pero cada vez más fuerte felino silvestre; áspero y azorado, clamando por la ayuda pero desconfiando del movimiento apenas ágil y obtuso que hiciera.
–Ven, sube. Te invocan.
–¡La Hambruna¡ ¡La Peste!
  Allá iba, corriendo, girando las cerraduras como si de un frasco se tratara. Y fue que llegué a la azotea y volví a llamarle:
–¿Aló?, tch-tch-tch-tch-tch. Yo te invoco.
–¡La Guerra! ¡La Muerte!
  Entre la ceguera de la madrugada y el obstáculo de los barrotes, observaba al Señor, o su silueta, recorrer el ascenso en la escalera de caracol, yuxtaposición de la luz y obscuridad, mientras esa sombra de transformaba del corvo príncipe a la figura amorfa; las garras del dragón se retraían, la corona ennegrecida y disuelta en la cabeza, tapando el ojo derecho e iluminando el izquierdo, consumiéndola a un par de puntas suaves; aquella serpiente​ que lograba verse arquear entre su mano izquierda quedó unida al final de su cuerpo y el colmo de todos los miedos junto a la eterna red de los destinos, unidos y manipulados, se exponía en sus mesmerizantes ojos amarillos. Y todos los deseos marcados como cicatrices en su cráneo, pecho, espalda, patas, dedos...
–Ven y come. Yo te conjuro.
–Desátame del frío.
–Ven conmigo, que yo cuidaré de ti.
–Óyelo fuñir, todo lo pasma.
  De la caja plástica raspaba todo lo que pudiera engullir, mientras yo arrancaba de su cuerpo las asperezas que aparecían sobre sus cicatrices. Volví a alimentarlo; esta vez ignoró lo servido para él. La caricia del consuelo fue sino un arruyo a su ser, al soslayo del desasosiego, y encarnado a toda la divinidad, me dijo:
–Purrr, toca mi corona.
–Quiero verlo todo.
–Cierra uno de mis ojos con el pulgar.
–Quiero mi sueño.
–Lo traje conmigo y es para ti.
  Rompe el acurruco que tenía entre mis manos y va a beber de su cáliz, plástico también. El viento se petrifica. Ya no hay más frío. Él se escabulle entre la canaleta y a lo lejos se le escucha cantar.

lunes, 30 de enero de 2017

El aura (carpe diem)

Llega el sol, póstumo al albor
hiela la sangre, crispa el cuerpo
la luz sonríe, mira al hombre
hiela el temple, crispa el alma
sonríe el hombre, duda el mundo
asiente el hombre, ignora el mundo
luego presta atención y vuelve a ignorar
la duda toma control del hombre y la vida
los ojos apuntan al sol
el sol apunta al alma
y la luz se crispa;
todo fina donde comienza
una risa
y el silencio

miércoles, 25 de enero de 2017

El fracaso de los soles y las lunas

Ya llegan los nebulosos muros de polvo
Ya vienen los crepúsculos de color pastel;
Abrazo el obelisco, me hago estela;
Asciende el haz, vorágine progresiva,
Tremolina vectorial; rapto de la luz

Mezclen los humos y abranse las bocas
Escupa sobre la mano y bésela al final
Retuerzanse los ojos a través del fractal
Maldiganse las eras en el tiempo
y los nombres escritos en las rocas

Sombra dulce que abraza por la espalda
Lápida fría, silueta dura, axioma ancestral

domingo, 15 de enero de 2017

Los ojos

Los labios empujan
la saliva con el aliento
hacia la tierra negra

Roncan las cuevas del cuerpo
hunden y espesan el silencio
todo se vuelca en la catatonia

Existe el ser que ama
Y el ser que odia
Y el ser que ruega
Y el ser que culpa
No hay cabida en la existencia
para el ser que sólo observa

lunes, 2 de enero de 2017

Las temporadas fatídicas completas: (Dulce) Otoño Interminable

–Las temporadas fatídicas completas: (Dulce) Otoño Interminable–

Aquella época
que robó lluvias
brisas, soles,
crepúsculos y vísperas
acaba en el vigésimo octavo día
convirtiéndo la temporada del Otoño
en la devastación más perenne
de todas, más agobiante
que aquella canícula perpetua,
tan progresiva como las malezas
hiedras y enredaderas que ya me crecieron
que ya secó un arroyo
mató a los animales
y pudrió sus cadáveres;
minó el gozo de todos los pueblos,
enfermó con la locura a las masas,
destruyó totalmente mi ciudad

Colmó la alegría y la hizo bonanza
y sobre ella volcó una terrible miseria,
sopor e indiferencia incomprensibles
del equilibrio llevó a la locura
toda una noble idea
espurio e improbo deseo,
ha roto toda expectativa con la pupila,
minó el último grano que había
por minar dentro de esta casualidad,
derrumbó su propio altar en medio del bosque,
removió aquel monolito de roca
donde los corazones se molian diariamente;
uno para que siguiera apareciendo al albor
el rojo sol otoñal una vez mas
reverberaran los sonidos del crujir
marchito de las hojas y las dulces risas
como moras debajo de los puentes
y escaleras, todo tan natural como siempre

Y del Litha al Samhain los ritos
se repitieron prolongadamente por
más de mil días y noches
hasta que una noche la ventisca dobló
las vigas y volvió esquirlas los cristales
e hizo venir abajo el santuario donde
moraban el monolito de piedra
y el espejo negro donde se reflejaba
la imagen del ídolo en su honor;
hoy todo ese culto bastardo pero probo
se hace moronas y danza como aquellos de San Vito a la Merced de la ventisca,
sonriendo y soltando saliva burbujeante
antes de fenecer sobre la roca del monolito

Ahora son escombros astillados
un ara hendida a punto del colapso
la visión de un ídolo proyectada
sobre un espejo roto con marco de salitre
y obscuridad

Año Cero: Coronación

–Año Cero: Coronación–

Flujo eterno sin cortes
movimientos elípticos
sobre aquella gran columna,
el pasado reverbera en el futuro

La esfera sigue girando
aún con la ausencia de su luz;
el pasado reverbera
aún sin un futuro conciso

domingo, 1 de enero de 2017

Víspera del Año Cero (o del hombre finado)

–Víspera del Año Cero (o del hombre finado)–

Se asoma el final por las arterias,
avasalla la catatonia en las sienes,
vuelve llevadera la tempestad
en mi ciudad

Los gigantes se burlan
de su propio infortunio
mientras un gorrión rojo
sigue comiendo de sus tripas
y cagándose en sus bocas,
ellos disfrutan su último aliento,
gozan de la ironía,
la amargura de la vida
mientras repiten musitando:
La vida es una risa
y la muerte es el chiste.