lunes, 2 de enero de 2017

Las temporadas fatídicas completas: (Dulce) Otoño Interminable

–Las temporadas fatídicas completas: (Dulce) Otoño Interminable–

Aquella época
que robó lluvias
brisas, soles,
crepúsculos y vísperas
acaba en el vigésimo octavo día
convirtiéndo la temporada del Otoño
en la devastación más perenne
de todas, más agobiante
que aquella canícula perpetua,
tan progresiva como las malezas
hiedras y enredaderas que ya me crecieron
que ya secó un arroyo
mató a los animales
y pudrió sus cadáveres;
minó el gozo de todos los pueblos,
enfermó con la locura a las masas,
destruyó totalmente mi ciudad

Colmó la alegría y la hizo bonanza
y sobre ella volcó una terrible miseria,
sopor e indiferencia incomprensibles
del equilibrio llevó a la locura
toda una noble idea
espurio e improbo deseo,
ha roto toda expectativa con la pupila,
minó el último grano que había
por minar dentro de esta casualidad,
derrumbó su propio altar en medio del bosque,
removió aquel monolito de roca
donde los corazones se molian diariamente;
uno para que siguiera apareciendo al albor
el rojo sol otoñal una vez mas
reverberaran los sonidos del crujir
marchito de las hojas y las dulces risas
como moras debajo de los puentes
y escaleras, todo tan natural como siempre

Y del Litha al Samhain los ritos
se repitieron prolongadamente por
más de mil días y noches
hasta que una noche la ventisca dobló
las vigas y volvió esquirlas los cristales
e hizo venir abajo el santuario donde
moraban el monolito de piedra
y el espejo negro donde se reflejaba
la imagen del ídolo en su honor;
hoy todo ese culto bastardo pero probo
se hace moronas y danza como aquellos de San Vito a la Merced de la ventisca,
sonriendo y soltando saliva burbujeante
antes de fenecer sobre la roca del monolito

Ahora son escombros astillados
un ara hendida a punto del colapso
la visión de un ídolo proyectada
sobre un espejo roto con marco de salitre
y obscuridad

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