–El hombre roto–
Un druida coloso
envía cometas en llamarada
a disolver mi ciudad
Enferma a los gigantes
les contagia un germen
que trae consigo la discordia
Los hace coartar su voluntad
autoflagelarse y grangenar
sus propias entrañas
Actúa benévolo al ejecutar su castigo
aquello que envía no es lo que la ciudad merece:
no desangra a la virgen en la plaza
no tortura a los injustos
no quebranta a los mezquinos
sólo implota al hombre
lo rompe
lo azota
lo deseca
lo vuelve ciudad; eterno pero sin flujo
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