lunes, 12 de diciembre de 2016

Seppuku

—Seppuku—

Azota el vendaval,
se quiebran los cristales,
las puertas se astillan,
las hojas se esparcen por todos lados,
es un ciclón tempestuoso;
inevitable; seco; fenomenal.
En el ojo levitan las hojas,
las astillas, las palabras
de perdón y consuelo.
Se halla el equilibrio,
habita el adiós,
mora el faquir, sus varas de esperanza,
sus sonrientes máscaras de oro,
ojos nocturnos, eclipses del triunfo.
Estallan las columnas
de este gran país,
se pulveriza el granito
y se resquebraja el mármol de las muecas,
llueve sobre los escombros
mientras esa sonrisa se derrumba
y, eventualmente, la ciudad entera.

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